martes, 6 de abril de 2010

Hipótesis actuales: Origen cósmico de la vida.

La entrada de hoy habla sobre la panspermia, aunque en realidad ese nombre no es correcto para la hipótesis actual. La panspermia, como ya se explicó en este blog, es la creencia de que la vida proviene de "semillas" que viajan por el espacio y que se desarrollan al llegar a los planetas, uno o varios de estos eventos de "siembra" ocurrieron en la Tierra y de ahí vienen todas las formas de vida actuales. El problema de todo esto es que no soluciona el problema, sólo se lo quita de encima, aun en el caso de que una panspermia natural o dirigida por alienígenas (sí, también hay hipótesis al respecto) haya ocurrido, es necesario que la vida (o los alienígenas) se haya originado en otro lado. Sin embargo esta hipótesis sirve como mínimo para amortiguar las (teóricamente) monstruosas probabilidades en contra del origen de maquinaria compleja a partir de la simplicidad, simplemente tendríamos todo el universo para probar.

Versiones más modernas de esta hipótesis están mejor pensadas y apoyadas por pruebas muy sólidas. Desde los años 70 se está encontrando que el espacio interestelar está lejos de ser el abismo vacío que pensábamos que es, ya que se han empezado a encontrar pruebas de la existencia de materia orgánica en partículas de polvo interestelar, tales como glicina, metano, etanol o ácido fórmico. Además también se han encontrado biopolímeros en el polvo cometario e interestelar, más aun, y algo que me ha dejado muy sorprendido, al parecer estos polvos tienen propiedades espectroscópicas consistentes con la existencia de vida microscópica. Un experimento con un globo llevado a cabo en la India en 2003 confirmó la presencia de microorganismos viables en la estratosfera. Al parecer las bacterias son más duras de lo que pensamos.

Y ahora el gran debate, el meteorito de Murchison. Este meteorito se estrelló en 1969 en Murchison, Australia. Un estudio detenido encontró restos de componentes orgánicos como azúcares y aminoacidos con una quiralidad y un ratio de carbono 13/carbono 12 (los seres vivos tenemos significativamente menos carbono 13 que la materia inanimada) que indicaban la posibilidad de haber sido formados por actividad biológica. Investigaciones en meteoritos similares arrojaron resultados parecidos. Ahora bien, sobre el meteorito de Murchison también se dice que contiene microfósiles de formas vivas, pero esto no ha sido totalmente confirmado, a día de hoy continúa el debate sobre si las diminutas formas curvilíneas del meteorito podrían estar generadas por actividad biológica o no, y en mi opinión este debate no arrojará resultados más concluyentes que aquel sobre el sexo de los ángeles.

Pero el caso es que existe una probabilidad pequeña aunque razonable de la presencia de microorganismos en el espacio exterior, y es indiscutible que la cantidad y variedad de materia orgánica encontrada en los polvos interestelar y cometario indica que allí está pasando algo. En este sentido la existencia de extremófilos que viven alegremente en los sitios más inhóspitos (¡para nosotros!) de la Tierra nos sugiere la posibilidad de que algunas formas vivas efectivamente puedan sobrevivir en sitios que no nos esperamos, y puede que de hecho estas formas vivas no sean los organismos hiperespecializados que nosotros pensamos que son, puede que de hecho ellos estén más cerca de la vida que predomina en el universo que nosotros, que seríamos los organismos hiperespecializados para sobrevivir en un medio ambiente tan extraño como el de la Tierra.

Demasiada especulación. Pero el caso es que esto abre la posibilidad de que exista vida en muchos otros planetas y lugares del universo, aunque sea vida a nivel microscópico. Como mínimo esto nos ayuda a descartar los milagros y los eventos extraordinarios a la hora de pensar en el origen de la vida.

Y hablando del origen. Aun en el caso de que efectivamente haya microorganismos viviendo alegremente en la cola de algún cometa, ¿cómo se originaron ellos? Bueno, las hipótesis mencionadas anteriormente siguen siendo válidad, tuvo que aparecer algún tipo de replicador en algún punto del espacio y el tiempo. Sin embargo, el hecho de que este replicador apareciese en el espacio nos cambia totalmente las condiciones químicas que pudieron darle origen, quizá haciendo fácil lo que en la Tierra parece difícil y viceversa. Parece ser que la bioquímica cósmica va a ser otra disciplina que nos conviene desarrollar si queremos profundizar más en la naturaleza exacta de nuestros orígenes.

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